Recientemente
historiadores estadounidenses encontraron en París la que es considerada la
grabación más antigua. Se trata de una mujer cantando en 1860, diecisiete años
antes de la que realizó Tomás Edison. La
grabación se hizo con un fonoautógrafo, invento de Édouard-León Scott de
Marteville, que por medio de una aguja se registraban los sonidos en papel,
pero no los reproducía, cosa que pudieron hacer con la ayuda de imágenes
ópticas y una aguja virtual.
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