Dimitri
Mendeléyev fue el descubridor de la
Tabla Periódica de los Elementos cuando intentaba encontrar una forma atractiva
de acercar a sus alumnos a la química.
Lo resolvió creando 63 cartas para cada
elemento y anotando en ellas su peso atómico y algunas características químicas
de cada sustancia. El científico dejó algunos espacios en blanco de forma
intencionada ya que postuló con acierto que las vacías serían descubiertas. Al
inicio la comunidad científica estuvo escéptica ya que consideraba que la tabla
surgió de la nada, pero cuando en 1875 Paul-Émile Lecoq, que desconocía la
tabla del científico ruso, anunció el hallazgo de un elemento parecido al
aluminio, llamándolo galio, que correspondía exactamente al valor que
Mendeléyev le había asignado, la tabla periódica cobró notoriedad y comenzó a
ser valorada en su justa dimensión. Sin
embargo, pese a que los elementos que Mendeléyev había dejado en blanco fueron
apareciendo, también las técnicas químicas mejoraron, encontrando nuevos
elementos que el científico ruso no había previsto, tal fue el caso de los
gases nobles (elementos con propiedades muy parecidas entre sí, tales como el
helio, el neón, el argón, entre otros). Otros investigadores descubrieron que
otros elementos no gaseosos como el níquel tampoco encajaban con la tabla.
Mendeléyev resolvió el problema acomodando los gases en una nueva columna al
margen de la tabla.
Sin embargo,
cuando en 1906 el Comité Nobel analizaba su méritos, el no saber predecir los
gases nobles fue razón suficiente para no ganar el premio Nobel en una decisión a todas luces injusta. Cincuenta años después, en 1955, la comunidad científica
quiso resarcir el daño cuando un grupo de científicos liderados por el
estadounidense Glenn T. Seaborg descubrió el elemento radioactivo 101 de la
tabla periódica y le asignó el nombre de mendelievo en honor al científico
ruso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario