En el siglo IV a.E.C., un viajero
recién llegado de Atenas, sabedor de que Solón preparaba un códice de leyes
para el gobierno de la República, le preguntó por su utilidad. “De poco servirá”,
respondió Solón. “¿Entonces, para qué tomas el trabajo de redactarlo?”,
insistió el viajero. “Para atrapar a los pequeños delincuentes”. Al ver la
sorpresa de su interlocutor, Solón explicó: “Las leyes son como las telas de la
araña. Las moscas pequeñas se quedan atrapadas en ellas, pero las grandes
rompen la red y escapan”.
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