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lunes, 29 de junio de 2015

Palacio de las Tullerías


Josefina Napoleón tenía la costumbre de sentarse en la misma banca cuando paseaba por los jardines del palacio de las Tullerías. En cierta ocasión se pintaron los asientos y Napoleón ordenó que un soldado se apostara exactamente en el banco que solía escoger Josefina para que no se manchara de pintura fresca. Medio siglo después, Eugenia de Montijo, la esposa del emperador Napoleón III, sobrino de Napoleón, observó que cada día se cambiaba al soldado que resguardaba la banca, todo esto porque no se había derogado la orden desde la época del Gran Corso. Baste decir que un poco después la orden fue derogada por Napoleón III.

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