La muerte del heredero al trono
del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Rodolfo, sigue suscitando cientos de
conjeturas a más de cien años de haber fallecido. Hijo del Emperador Francisco
José y la muy famosa Emperatriz Sissi, Rodolfo falleció junto su con amante, la baronesa María Vetsera, el 29 de enero de
1889 en el pabellón de caza de Mayerling, cerca de Viena. La muerte del
archiduque tomó por sorpresa a todos, ya que pese a su reputación de enfermo,
depresivo e inconformista, Rodolfo había citado a varios amigos en el pabellón
para el día 30 a ir de caza; de hecho según algunas fuentes días antes el
archiduque había estado feliz y ocupado. Los cadáveres del archiduque y la
baronesa fueron hallados por los mismos amigos que Rodolfo había citado un día
antes. Todo parecía indicar que Rodolfo había disparado contra la baronesa para
luego cubrirla con una sábana y unas flores, para después dispararse en tiro en
la sien.
Enterado el Emperador de lo
sucedido, actuó más como político que como padre, ya que lo primero que hizo
fue reunir a los testigos y les hizo jurar que nunca dirían lo que habían
visto. La versión oficial fue que el archiduque había muerto de un ataque de
apoplejía. Después ordenó la sepultura en la clandestinidad de Maria Vetsera,
cosa que se hizo sin siquiera dejar una inscripción o cruz.
Sin embargo, los rumores y la
investigación policiaca fueron enturbiando las cosas: al final, el informe
oficial fue cambiado por un ataque de enajenación mental. La iglesia católica
también complicó más las cosas ya que se negaba a dar cristiana sepultura a
Rodolfo por haber sido suicidio y asesinato, pero una documentación que envió
Francisco José al nuncio vaticano hizo que la jerarquía doblara las manos y
Rodolfo fuera enterrado conforme al culto católico. Desde allí comenzaron todo
tipo de especulaciones de lo que realmente había sucedido.
Primero se dijo que el día 28 de
enero el archiduque y el Emperador habían discutido fuertemente, ordenándole el
monarca que no volviera a ver a la baronesa. Después trascendió que el
embajador alemán había enviado al Káiser un informe donde transmitía la
posibilidad de que el heredero al trono hubiese sido asesinado; los servicios
secretos británicos también pensaban lo mismo y hasta le habían hecho llegar un
informe a la reina Victoria. Las razones para creerlo estaban basadas en varios
hechos: el cuerpo de Rodolfo mostraba signos de lucha, diversos cortes en las muñecas, golpes en varias partes del cuerpo, un
hundimiento en el cráneo, el lugar donde ocurrió el asesinato estaba en total
desorden, la ventana había sido abierta desde el exterior y cosas que con el
paso de los años se le fueron añadiendo: como una bala disparada por detrás,
aunado al hecho de que la autopsia fue apartada de los archivos oficiales, generaba
mucha suspicacia. La familia de la baronesa pidió en 1959 exhumar el cadáver y
encontraron que tenía golpes en la cabeza que eran imposibles que hubieran sido
hechos con una bala.
En 1983, Zita de Borbón-Parma,
viuda de Carlos I de Habsburgo (sobrino del monarca Francisco José y último
Emperador de la monarquía dual) quiso cumplir la promesa que le hizo a su
esposo antes de morir: relatar lo sucedido. Según esta versión, Rodolfo fue
asesinado por negarse a participar en un complot para derrocar a su padre. La
idea era hacer de Austria-Hungría una gran federación en la que el archiduque
fuera coronado como rey de Hungría, y apoyándose en la cercanía con Francia,
Rodolfo lideraría una federación pangermánica que tendría como eje a Austria, en
claro detrimento de Alemania, que buscaba ser hegemónica en Europa. Pese a la escasa repercusión en los medios,
hasta la fecha la hipótesis no ha sido desmentida por ningún historiador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario