Ricardo III, el último rey de los York, ha sido uno de los reyes
más repudiados en Inglaterra, gran parte de ello se debe a la obra de
Shakespeare “Ricardo III”, donde lo presenta como un hombre cruel, ambicioso,
corrupto y jorobado. Pero aquel hombre que gobernó del 26 de junio de 1483 al
22 de agosto de 1485, fecha en la que murió, dejaba un mar de dudas acerca de
su muerte, donde fue enterrado y cómo era en realidad.
Nacido el 2 de octubre de 1452, era el duodécimo hijo del tercer
duque de York y de Cecilia Neville. Su padre murió durante la Guerra de las
Rosas, quedando bajo tutela de su tío Richard Neville, quién después se convirtió
en su suegro ya que se casó con su hija Anne Neville. Tenía ocho año cuando su hermano mayor se
convirtió en Enrique IV y al morir éste su hijo Eduardo V fue nombrado monarca
con doce años y quedando Ricardo como tutor del rey, sin embargo el joven
soberano fue enviado a la torre de Londres donde de forma sospechosa
desapareció, lo cual permitió que Ricardo fuera coronado el 6 de julio de 1483.
Dos años después se enfrentó a Enrique Tudor y pese a contar con más hombre que
su rival fue traicionado por sus hombres de confianza y murió en la batalla.
La leyenda cuenta que su cuerpo fue exhibido y apaleado por los
vencedores antes de ser echado al río Soar. Sin embargo el cronista de la época
Johm Rous sostuvo que su cuerpo se encontraba en el coro de la iglesia
franciscana de Leicester. Como no era un monarca querido su cuerpo permaneció
desaparecido más de quinientos años hasta que la Sociedad de Ricardo III se dio
a la tarea de encontrar su cuerpo, buscando durante años su paradero, y
encontrándolo en 2012, debajo de un estacionamiento público de Leicester. Para
exhumarlo fue necesario conseguir 34 mil libras. El 22 de agosto de 2012 se
iniciaron los trabajos y a los pocos días se encontraron no solo los cimientos
de la iglesia sino un esqueleto en el coro de lo que fue la iglesia.
Se notaba que el cuerpo había sido depositado de forma apresurada
ya que no tenía ataúd, solo le faltaban los pies, correspondía a un adulto con
esclerosis y heridas de guerra; todo parecía indicar que era Ricardo III. Los
rayos X mostraban a un hombre blanco, de unos 35 años (murió a los 32) de 1.61
de estatura (alto para la época) y con rasgos similares al monarca. Los
estudios de carbono 14 indicaron que su muerte fue entre la segunda mitad del
siglo XV y la primera del XVI, fechas que coincidían con su muerte. Los
resultados de ADN confirmaron que se trataba de Ricardo III, también que pocas horas
de morir había comido alimentos en mal estado. Así mismo se pudo detallar que
recibió once heridas en la cabeza, que su rostro no fue tocado para que se le
pudiera reconocer, que tenía artritis, que llevaba su armadura completa y que
su herida en la mandíbula era por una arma blanca, como daga o cuchillo, además
de ser rubio y de ojos azules.
El 26 de marzo del 2015 fue enterrado en la catedral de Leicester.
Sin embargo, la gran mayoría de la gente se quedara con la imagen
de la frase inmortalizada por Shakespeare: “¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino
por un caballo!”.
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