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miércoles, 5 de noviembre de 2014

"El carnicero de Lyon"


Klaus Barbie, conocido como “el carnicero de Lyon”, se ganó el apelativo con creces. Jefe de la Gestapo en esa ciudad, su estancia se caracterizó por una infinidad de torturas y asesinatos, además de las deportaciones a Auschwitz. Con ese historial uno supondría que sería enjuiciado, cosa que no fue así, ya que el Cuerpo de Contraespionaje de los Estados Unidos lo reclutó porque consideraba que tenía información (como muchos otros nazis) muy valiosa de los comunistas a quien tanto persiguió, pero no hay constancia de que su información haya sido muy valiosa. Durante algunos años el gobierno estadounidense lo protegió de los franceses que tanto lo buscaban, pero para 1951 le ayudaron a escapar a Bolivia, ofreciendo una disculpa formal al gobierno francés más por quererse lavar la cara que por sentirlo.

En 1965 los servicios secretos de la República Federal Alemana lo reclutaron en Bolivia, donde ya tenía el nombre de Klaus Altmann y era un exitoso empresario, anticomunista declarado y que se jactaba de codearse con políticos importantes de ese país. En 1972, los cazanazis Serge y Beate Klarsfeld revelaron su identidad, pero la agencia de seguridad alegó desconocer su pasado nazi y se excusó diciendo que fue un error de imprudencia no haber investigado bien. Ese mismo año, durante una entrevista televisiva negó ser Barbie también los crímenes que se imputaban; fue dado de baja de los servicios secretos alemanes para “evitar complicaciones”. Pero en 2011 el semanario Der Spiegel publicó que los servicios secretos alemanes sabían quién era y dónde se ubicaba.


Barbie fue extraditado de Bolivia a Francia en 1983 después de diez años y un cambio de régimen en el país sudamericano. Fue condenado a cadena perpetua y murió en 1991

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