Durante el siglo XVII en Francia se vivió una fiebre por los
duelos pese a estar prohibidos. Alejandro Dumas retrata parte de ellos en su
novela “Los tres mosqueteros”, pero más allá de la visión romántica que se
tiene sobre éstos es interesante saber cómo y por qué se daban. Existían muchos
tipos de duelos, uno de ellos era lo que se conocía como encuentro accidental y
se efectuaba sin preparación alguna. Sin embargo generalmente se ceñían a una
serie de códigos o normas. Uno de ellos era el desafío, esto era cuando se ofendía
la honra. El ofendido retaba al ofensor a un duelo de distintas formas, tales
como de palabra, con una bofetada, por escrito o carteles.
El lugar de combate era normalmente a las afueras de la
ciudad y a resguardo de las autoridades. Por lo regular, los duelistas combatían en camisa dejando el
torso desnudo; se prohibía el uso de armaduras, se podía combatir a pie o a
caballo, sin armas de fuego ya que contradecía la valentía propia del duelo.
La espada era el arma favorita,
en especial la “rapière” o espada ropera que pese a ser más mortífera no
causaba mutilaciones ni desfiguraba el rostro. En ocasiones se medían las
espadas para verificar que tuvieran la misma medida, pero la mayoría de las
veces se lanzaban al combate sin más. También se podía usar una daga que se
usaba para desviar las estocadas o cortes. Los duelistas podían llevar a un
testigo o padrino que no solo observaba el combate sino que también se
enfrentaba a su contraparte y si triunfaba primero podía acudir a ayudar al
duelista que acompañaba. No todos los combates terminaban en muertes ya que se podía
llegar a una reconciliación antes del duelo, también se podía terminar cuando
se hería ligeramente al rival, esos se conocían como “a la primera de sangre”. A
veces eran farsas para salvar la honra, otras a las dos estocadas se daban por
bien servidos y terminaban el combate, pero muchos otros terminaban en la
muerte de uno de los contrincantes, conocido éste como “la última de sangre”.
Según un cronista francés, del
centenar de duelos que registró, un tercio se resolvió antes del combate, un
tercio no fueron mortales y el resto terminó con la muerte de algunos de los
duelistas. Algunos historiadores calculan que entre 1589 y 1610 entre cuatro
mil y cinco mil duelistas perdieron la vida.
Sin embargo, los retos se
prestaban para que duelistas se convirtieran en verdaderos criminales, como un
tal caballero D’ Andrieu que a sus 30 años había matado a 72 hombres en duelos,
muriendo é ejecutado por la justicia Real. Luis XIV, el rey solo, promulgó
edictos que fueron prohibiendo los duelos, decayendo paulatinamente. El ultimo
registrado en Francia fue en 1892, donde un capitán judío y un antisemita se
enfrentaron, muriendo el primero pero convirtiéndose en un héroe ante la opinión
pública.