Contrario a la imagen popular,
los historiadores tienen tiempo creyendo que los vikingos no usaban cuernos en
sus cascos. Esa imagen se debe a que durante el siglo XVIII fueron
representados en pinturas con cascos alados. La creencia se popularizó cuando
el compositor Richard Wagner compuso la ópera “El anillo de nibelungo” donde se
representa a los vikingos con cuernos en los cascos. Sin embargo, en la
realidad era muy difícil y arriesgado que los llevaran en los cascos ya que
durante el combate podían salir disparados a cualquier parte y clavarse en
cualquiera. Hoy se cree que los vikingos enterraban a sus muertos con cascos y
cuernos, pero estos eran para beber en el más allá.